El pan engorda... y la miga más
FALSO: El pan no es un alimento de elevado valor calórico y además es pobre en grasa. Es rico en hidratos de carbono, nutriente que constituye la base de la dieta mediterránea. Otra falsa leyenda que acompaña al consumo de pan, es aquella que afirma que la miga engorda mucho. Es incorrecto, ambas son el mismo producto, lo que ocurre es que la corteza por acción del horneado se deshidrata mientras que la parte interior (la miga) conserva mayor cantidad de agua, de ahí su aspecto esponjoso
Beber el zumo de naranja rápido porque "se van" las vitaminas. verdad
Los zumos comerciales:
Marketing y picaresca
Si el Siglo de Oro había picaresca, en el Siglo del Euro hay más. Ríanse ustedes del Lazarillo de Tormes robándoles las uvas a un ciego. Criaturita.
Éstas son algunos de los recursos frecuentemente utilizados con los zumos y néctares:
- El sodio que sabía latín: Curioseando en internet he encontrado una marca que juega al despiste en su web y aun refiriéndose al resto de ingredientes en español (vitaminas, azúcar…) nombra al sodio en latín: “natrium”. Sus razones tendrán para tirar de tan gloriosa lengua muerta, pero yo no encuentro ninguna que justifique el dificultar al consumidor medio la composición del etiquetado. La transparencia es fundamental.
- El 0% que sí engorda: Otras marcas dibujan un 0% grande y hermoso en mitad del envase. 0% de grasa. Muy bien. Suena genial. Aplausos. Pero ¿qué pasa con los azúcares? ¿el producto es 0% en azúcar añadido también? Al comprobarlo en sus ingredientes observamos que algunos de los envases “0%” contienen más porcentaje de azúcar en su composición que ¡de zumo! No mienten, ojo, sólo faltaba. Realmente tienen un 0% de grasa. Pero como veremos al final del post, los azúcares en exceso pueden transformarse en grasa. Ese 0% está intentando darle un toque de “ligereza” al producto que realmente no tiene.
- “Bi” no es prefijo de dos: No señores. Toda la vida pensando que “bi” era un prefijo que indicaba “dos” -bicicleta, binoculares, bicéfalo, bígamo,bivalvo- para acabar redescubriendo una nueva acepción. El “bi” como equivalente a “bio”. Desde 2006 está prohibido en España que el prefijo “bio” figure en el etiquetado de los productos no procedentes de la agricultura ecológica. Danone, Solán de Cabras, Don Simón o Pascual entre otros tuvieron que cambiar varios etiquetados. Algunos no se quebraron los cascos: dejaron el “bi” y a correr (Bisolán o Bifrutas entre otros). Probad a decirlo en alto. Sin la “o”. Complicado, ¿eh? Casi diez años después, los chicos de marketing no han debido encontrar nada que funcione mejor y siguen tirando del “bi” sin pudor.
- El que calla otorga: Algunos ingredientes “enriquecedores” (como omega tres o vitaminas) suelen encarecer el producto y se anuncian a bombo y platillo en el envase para darle un “valor añadido”. Como norma general, cuando el fabricante quiere que nos enteremos de que hay algo positivo en su producto se encarga de hacerlo visible. Cuando no se menciona en technicolor algún “ingrediente estrella”… normalmente es porque no lo lleva.
Los zumos, la guerra
La competencia entre las marcas de zumos y néctares es feroz. El primer caso de publicidad comparativa en España la protagonizó aquel famoso anuncio de Don Simón vs Minute Maid. Las marcas que fabrican zumos con mayor porcentaje “de zumo” se esfuerzan lógicamente en intentar hacer llegar al consumidor las diferencias entre lo que es un “zumo de verdad” y un néctar o un zumo a base de concentrado. Para los curiosos, resulta interesante la web de Don Simón en la que describen sin pudor alguno las “batallas legales” que han ido ganando a la competencia.
Otra cosa es que en Don Simón hayan conseguido su propósito de hacer llegar el mensaje sobre los distintos tipos de zumos a la población. A pesar de la tele, en ése campo queda mucho por hacer todavía.
El consejo de la Boticaria
Lejos de demonizar a toda una industria, lo fundamental es aprender a distinguir entre un zumo de bote bueno de un zumo de bote con azúcares añadidos. Es decir, con la nueva normativa, fijarnos si en el envase pone “zumo” o “néctar”. Así, si por algún motivo decidimos comprar un producto “del lado oscuro”, al menos sabremos lo que tenemos entre manos (y en nuestro estómago posteriormente).
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